Uno
de los mejores regalos que nadie me ha hecho nunca fue el que recibí este año
por mi 24 cumpleaños: una cena en el restaurante Savoy Grill del famoso chef
Gordon Ramsay, en Londres. Sí, el rubio de “Pesadilla en la cocina” versión
americana.
El
restaurante Savoy Grill se encuentra en The Savoy Hotel, Londres. Un marco
incomparable, muy cerca de Trafalgar Square y Covent Garden. Si esa ciudad
tiene su magia propia, este hotel la concentra en unos metros cuadrados.
Bastantes, pues tiene una extensión considerable.
Para
llegar al Grill hay que entrar al hotel, por lo que se puede disfrutar del lujo
y la sofisticación durante unos metros. Se puede esperar incluso en los
sillones de la recepción hasta la hora de tu reserva.
La
decoración del restaurante es de estilo antiguo y francés, acorde con la
cocina, que consiste en versiones modernas de platos e ingredientes de Francia.
Para
empezar, nuestra camarera, Sara, nos recomendó unos cócteles mientras
esperábamos nuestra comida. Pedimos unos combinados de cereza con vodka que
estaban muy buenos, dulces y con gusto agradable.
La
carta del restaurante es muy típica Ramsay, de una sola hoja. Quien haya visto “Kitchen
Nightmares” alguna vez, sabe que el chef inglés convierte los largos menús de
sus víctimas por una sencilla carta con una única página. Y por supuesto, él es
el primero que predica con el ejemplo.
A
continuación, Sara volvió con su amabilidad y buen servicio característicos
para tomar nuestra comanda, que consistiría en:
De
entrante, un plato de salmón ahumado escocés con guarnición tradicional: huevo
hilado, queso en crema, alcaparras y pan de centeno.
En
los platos principales, la elección de mi acompañante fue un solomillo con
salsa Béarnaise y papas fritas, y mi elección consistió en pastel de pollo y
jamón ahumado con salsa de hinojo en vinagre y perejil.
Ni
que decir tiene que la comida estaba exquisita, no se esperaba menos del famoso
chef inglés, pero sinceramente no había probado nada tan delicioso como la
salsa que acompañaba mi pastel. La camarera introdujo un pequeño embudo en la
parte de arriba y lo inundó de salsa, cosa que me sorprendió y maravilló a la
vez, pues de verdad estaba muy muy buena.
Los
demás platos también eran de diez. El salmón escocés con el pan y la guarnición
hacían un entrante perfecto, ligero, fresco y muy sabroso. Probé el solomillo
de mi acompañante y estaba en el punto deseado, y la salsa Béarnaise estaba
realizada a la perfección. Hasta las papas fritas estaban muy bien hechas, con
su punto de sal y crujientes.
El
pastel era una combinación perfecta de sabores y texturas, junto con la ya
mencionada salsa divina. Un verdadero placer el poder probar esta creación del
chef Ramsay.
Por
supuesto, y a pesar de los copiosos platos de antes, dejamos un hueco para los
postres. Pedimos un soufflé de frambuesa con helado de chocolate blanco y un marquise
de chocolate con ganache de chocolate negro y helado de hierbabuena.
Teníamos
poco espacio en el estómago, pero conseguimos comernos la mayor parte de los
platos, pues estaban deliciosos. El soufflé estaba muy bien ejecutado, y el
helado combinaba a la perfección. Mi marquise estaba esponjoso y sabroso, y la
bola de menta hacía mucho más fresco el postre.
Pero
la sorpresa llegó al final, cuando Sara apareció con un pastelito de
chocolate y una vela de cumpleaños. Todo fue obra de mi acompañante, que le agradezco desde aquí, pero la que puso todo el empeño fue Sara, que me cantó un
“Happy Birthday” mirándome fijamente. Me dio un poco de miedo, pero sabía que lo hacía porque era una buena profesional, como nos había
mostrado durante toda la velada.
En
definitiva, fue una de las mejores cenas de mi vida, con comida deliciosa,
servicio muy atento y ambiente muy acogedor.
Calificaciones:
Ubicación: Muy buena. En una de las calles más importantes de Londres.
Ambiente: Precioso y acogedor. Con decoración muy acorde con la cocina ofrecida.
Servicio: Inmejorable. Con las lecciones bien aprendidas: siempre primero a la mujer, con una atención personalizada y única.
Comida: Perfecta. Lo que se esperaba del restaurante de un chef que aconseja a otros.
Precio: Razonable. No es para ir todos los días, evidentemente, pero no era tan disparatado para lo que se podría pensar.